20 años de viaje con Miguel Inzunza
Miguel Inzunza recorre el camino con, por y para el arte. Desde que comienza esta entrevista, vemos como su guitarra reposa entre sus brazos, expectante. El brillo de sus ojos sólo se ve en aquellos que encuentran en la palabra y la melodía la razón del mundo, su mundo.
¿Qué sabemos de Miguel? Nació en Ahome, Sinaloa en 1978. Siendo muy joven, se traslada a la ciudad de Querétaro donde realiza estudios de música, periodismo y comunicación. En su haber, cuenta con reconocimientos como la Beca María Grever que otorga la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, la Sociedad de Autores y Compositores de México y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Sostenemos una charla que deseamos extender, nos quedamos con ganas de saber más, de escuchar, de ser testigos, de observar como la nada se llena de su voz.
Si la música es una de las formas más profundas de comunicarse con otros, Miguel, desde hace 20 años abre paso al lenguaje.
Sin más preámbulos, compartimos esta entrevista para Edición Mexicana:
A-G: Presentas la segunda parte de este concierto titulado: “20 años de viaje” ¿Qué podemos esperar de él?
M: Quizás en esta segunda parte se percibe más la euforia de algunas canciones. Es decir, tiene que ver un poco con el curso del concierto. Desordené muy poco lo que sucedió esa noche en el teatro de la ciudad. De tal suerte que la segunda parte digamos que representa primero una especie de valle que yo hago en el concierto en el que se va dibujando una cosa mucho más íntima y poco a poco empieza a retomar vuelo, poco a poco empieza a cobrar altura y entonces ves la parte más eufórica del concierto en esta segunda parte. La primera parte tiene un ánimo de celebración muy bonito porque se estaba poniendo de manifiesto la celebración de 20 años de viaje y poco a poco tu ves algunos destellos de cómo baja la intimidad, cómo se llega al sótano de las emociones y en la segunda parte está completamente dibujada esa sustancia y después empieza a retomar el vuelo y entonces ya tienes una cosa más eufórica que tiene también mucho que ver con el grupo musical y que tiene mucho que ver con la energía de la banda conectada.
A-G: ¿Cómo has caminado durante estos 20 años para llegar hasta esta segunda parte?
M: Siento que todo el concierto es fragmentario. Este es simultaneísta también en el sentido de que hay saltos en el tiempo, este concierto es una especie de empalme de diferentes canciones pero también de diferentes momentos de mi carrera y también de mi vida personal. La selección de canciones abarca muchos sonidos que yo he tenido como cantautor y también pues muchas cosas emocionales que están ligadas a esa época en la que yo escribí esas canciones entonces siento que la segunda parte bueno primero lo dividí en dos partes por una cuestión de practicidad de no presentar un álbum de 22 canciones que puede ser bastante y dije bueno aquí salen dos álbumes de 10 canciones por decirlo de alguna manera. Un concierto digamos para cantar unas 22 o 23 canciones y que yo quería que se documentaran las canciones más representativas en ese concierto porque sabía que la gente quería escucharlas y también la de lo representativo que es la voz que uno va construyendo con el tiempo y como va madurando por eso había canciones allí que son más recientes pero tú puedes ver la traslación de esos 20 años de viaje y la propuesta también es que el disco sea un viaje en el que tú puedas ir también trasladándote durante 20 años de diferentes sonidos con saltos en el tiempo que creo que es lo que lo hace más interesante a veces las narrativas lineales nos aburren pero luego esas narrativas cinematográficas este son muy entretenidas porque te permiten precisamente saltar en el tiempo en la siguiente escena te vas a 10 años antes y eso te genera un movimiento interesante a nivel emocional.
A-G: ¿Cuál es el tema de tu obra? si nos dices que es el amor, te creemos pero, ¿Qué deseas decir?
M: Qué bonito lo que estás planteando, Giselle. Fíjate que voy a abrevar, me voy a acercar a la obra de una increíble poeta que se llama Nicole Brossard, una poeta canadiense, que habla de que los artistas tienen un motivo, es decir, algo que está sin resolverse y que toda su obra está tratando de responder. Ella habla de diferentes energías que atraviesan el cuerpo, la energía libidinal que es la que desea la obra, la energía sexual que es la que plasma la obra, la energía creativa que es la que juega con los elementos, con la plástica, digamos, del lenguaje. Y la energía espiritual que es la que trata de que toda esa obra responda a una pregunta más ontológica, más de la existencia. Y te hago este planteamiento porque yo me di cuenta después de mucho tiempo que sigo tratando de responder esa pregunta y tiene que ver mucho con algo ontológico que es, pues, ¿Qué hacemos en la vida, ¿no? ¿Qué estamos haciendo aquí en este mundo? Siento que los artistas somos personas que tenemos esa pregunta siempre a flor de piel.
A-G: Sabemos que no siempre se puede como quisiéramos, que no salen las cosas de la manera que estamos soñando y a pesar de que ya le metimos un montón de años, pues como que no, como que sí. ¿Cómo seguir ahí? ¿Cómo es que tú sigues en ese camino?
M: Fíjate que creo que es una compulsión que no sé si nosotros deberíamos ir a arreglar con el psicólogo porque entonces quizás no haríamos rolas, ¿no? Pero esa compulsión también nos hace intuir desde temprana edad a los artistas que pueden venir tiempos muy difíciles y aún con esa intuición nosotros decidimos zarpar a pesar de que sabemos que ahí mar adentro puede haber una tormenta y que podemos perecer pero creo que eso es justo la vocación del artista. Además de que los artistas quizás porque estamos atentos a una sustancia, a esta distracción que, como dice Octavio Paz la distracción es la atracción por el reverso de la existencia, ¿no? Esa atracción ya nos resulta un gran premio. Muchas cosas del orden mundano, por decirlo de alguna manera, que tienen que ver con la construcción de felicidad más común que es la realización de las metas productivas, etc. Para los artistas es un poco menos importante y de hecho creo que para los genuinos artistas es un poco menos importante todavía porque también hay unos artistas que sí tienen esa pretensión pero entonces se convierten en alguna especie de esclavos o subordinados de una concepción de felicidad consumista o que tiene que ver con tener cosas y con una percepción del éxito que como ahorita está de moda la pregunta, ¿no? ¿Por qué piensas lo que piensas? ¿Por qué crees lo que crees? Entonces luego muchos no se dan cuenta de que están inmersos en un tren y están subordinados a un concepto de felicidad un poco efímero. Justo ser artista quizás se trata de ver lo que hay detrás, lo que hay en el reverso de la existencia, ¿no? Se trata de estar distraído. ¿Cuál es tu distracción favorita? Bueno, pues justo la vida, ¿no? La existencia, ¿no? Mi distracción favorita es la poesía.
A-G: Si bien tu distracción favorita es la poesía, el Miguel Insunza poeta y el Miguel Insunza cantautor son dos posibilidades distintas que convergen en una misma persona. ¿Cómo se lleva el Miguel Insunza poeta con el Miguel Insunza cantautor?
M: Muchas gracias Alex. Fíjate que me hace reflexionar mucho tu planteamiento, y se me ocurre esta analogía que, volviendo a Octavio Paz, él dice de la poesía que es como una sustancia independiente del poema, como una sustancia que está en todas las artes. También está en la música, la poesía. Él habla de que la poesía es un flujo, como si fuera un río, que viene con una velocidad, y luego se topa con una piedra. La piedra es el poeta, ¿no? Del tamaño del poeta, o del músico, o del pintor, es la altura de la chispa de agua que se encumbra cuando choca contra la piedra, ¿no? Y esa chispa de agua es lo que nosotros vemos en el arte, ¿no? Esa es la sustancia erguida de la poesía. Los artistas estamos tratando siempre de atraparla, ¿no? De que se ponga en evidencia ese flujo, y entonces nos ponemos enfrente del río de belleza para que se encumbre. En esa analogía que me parece tan bella, participan todas las disciplinas, todas las artes. Yo llevo la cuestión del cantautor con una conciencia en los últimos años, pues, diferente quizás a como comencé. Pero yo ya tenía la intuición de que eso es lo que me gustaba ver en las canciones, eso es lo que me gustaba escuchar en las canciones, eso es lo que me gusta encontrar en el jazz, cuando estoy más acercado de forma musical o como instrumentista a la guitarra. Entonces creo que uno termina por darse cuenta de que son diferentes entradas a ese río, ¿no?
A-G: Para cerrar, háblanos de la experiencia de la canción de autor.
M: La canción de autor es una cosa muy bonita, muy artesanal, es una pequeña camisa de fuerza que paradójicamente libera la creatividad, porque tú tienes que contar todo en un pedacito, en tres minutos, cuatro minutos, que puede durar una canción. Y tienes que vigilar que eso sea verdaderamente una célula viva, ¿no? Que la canción nazca viva, que no suene como un ejercicio de musicalización de un texto, etc. Entonces es un juego muy parecido al de la poesía, solamente que es un poco más artesanal, es un poco más compacto y tiene que ser amable de alguna manera o seductor para que esa ventana logre asomarte a ese flujo. Así se me ocurre que es como funciona. Oye Miguel, en esta parte tan bonita que hablas como de el agua que choca con la piedra y que hace como este salpicar, este crecer, este hace ruido. De la parte, justo de esta parte dos, que es de la que estamos hablando, ¿Cuál es tu mayor orgullo de haber escuchado ese susurro en el río y de haber chocado con el agua? Yo creo que siempre hay como una pieza que te hace sentir bien, ¿no? Que dices, bueno, creo que me estoy acercando a algo. ¿Cuál es esa canción para ti? Bueno, pues hay varias canciones porque obviamente como todas las obras de arte son subjetivas, ¿no? Uno tiene su propia lectura de las canciones y entonces para mí todas han sido un estímulo en su momento. Pero hay canciones que se convierten en una bandera de viaje, ¿no? Sobre todo cuando tu viaje es un poco solitario. La canción de Hay Soledades sin lugar a dudas es una de mis canciones más representativas, pero también es una de las canciones que da más cuenta de lo que significa ser un artista, un cantautor independiente que está en traslación, ¿no? Esta especie de flaner, para citar un poco la figura literaria de Baudelaire, esta especie de caminante que es el flaner y que va encontrando a su paso las historias. Esa canción particularmente es una canción que pone en evidencia la traslación del artista, del cantautor, del caminante, del que anda contando historias.
Cerramos esta conversación sin ganas de que termine pero compartiendo que Miguel se presenta este 23 de septiembre en el Cantabar del Vecino y promete sacar la casa por la ventana. Consigue tus accesos, síguelo a través de redes sociales y únete al viaje.