Sólo somos historias
Hace casi 20 años conocí a Natalia Lafourcade, yo tenía 15 y comenzaba en la radio, la primera estación que me dio oportunidad fue una radio universitaria en donde grababa una cápsula de “Cultura” cada martes y jueves, escapándome de la preparatoria porque se producía 11 am. Cuando la conocí, pensé: “Creo que hará historia” no solamente por su sencillez veracruzana que se le notaba en cada interacción sino que, tenía una formación magistral que le permitía cantar muchísimas tonalidades sin perder la entonación.
Llegué a la radio un febrero y comencé una extraña travesía en los medios de comunicación que me hizo producir mi espacio durante casi 9 años para después ser productor de noticieros y cápsulas de información. A los 15, sabía que quería y cómo quería contar esa historia, pasaron quizás, 12 años cuando me reencontré con ex-músicos de Natalia en una cafetería sonó el: “Oye, yo conocí a un Alejandro Johnson, hace mucho” y sólo salió un: “Baboso, era yo”.
Pasaron los años y me convertí en publicista de una disquera de música clásica en donde la gran encomienda era lograr la rentabilidad. ¿Para qué miento? ¡Quería hacer un Maluma Sinfónico!
Es cierto, la disquera tenía números adversos, era pandemia y poco a poco quise encontrar la fórmula, afortunadamente apareció un fondeo colectivo que nos dio esos números en verde y es que, yo había dejado proyectos importantes por vivir el sueño de estar en la música, claro que, no siempre es fácil hacer que los sueños se vuelvan rentables.
La rentabilidad de los sueños nos convierte en guionistas de nuestra realidad, quise comenzar con la historia de Natalia porque cuando la conocí susurraba “En el 2000” y años después se convirtió en la mujer más ganadora de la historia de los Grammy’s.
Y uno aprende, aprende a construir desde la adversidad, aprende que los sueños no son sólo deseos, son metas alcanzables, que dentro de la frustración se encuentra la paz y dentro de la paz el caos.
En este 2025, mi guionista renovó temporada y la construcción de las historias se ha vuelto un dulce caos. ¿Cuántos estamos dispuestos a contar nuestra historia? Atreverse, es la clave.
Dejar que el caos se alimente y fluya la inspiración es el hermoso proceso de la creación. Felices 20 años en los medios de comunicación, Alejandro.